Es difícil precisar la época de la fundación de Toro. Restos hallados nos remontan a la época celtibérica. Fue repoblada por el infante D. García, hijo de Alfonso III el Magno, a finales del siglo IX, con gentes de Asturias, Vasconia y Navarra.
Cuna de reyes, morada de nobles y asiento de judíos y moriscos, de órdenes militares y religiosas, tuvo voz y voto en Cortes. Éstas se reunieron en Toro en época de Enrique III (1397), y durante el reinado de Juan II (en 1426 y en 1442).
Juega un papel destacado en el enfrentamiento entre Juana la Beltraneja e Isabel la Católica por la corona de Castilla. En sus inmediaciones tuvo lugar la famosa Batalla de Toro (1476).
Nuevamente se reúnen las Cortes en 1505 convocadas por D. Fernando el Católico. En ellas se leyó el testamento de Isabel la Católica y se proclamó reina a Doña Juana la Loca, además de promulgarse las 83 Leyes de Toro.
En época de Carlos I tomó parte activa en la lucha de las comunidades, y es a partir de este momento cuando comienza su declive político y social.
Su importante producción agrícola, sobre todo en el sector vinícola, hace que en el siglo XVII se la erija en capital de provincia formada por tres partidos, el de Toro, el de Carrión y el de Reinosa. Desaparece como tal en 1833 por una nueva demarcación del mapa geográfico de España.